The Lancet Diabetes & Endocrinology publicó su “Comisión sobre la definición y los criterios de diagnóstico de la obesidad”, y distingue entre “obesidad clínica” y “obesidad preclínica”
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La “Comisión sobre la definición y los criterios de diagnóstico de la obesidad” se propuso definir la obesidad clínica como una condición de enfermedad que, similar a la noción de enfermedad crónica en otras especialidades, resulta directamente del efecto del exceso de adiposidad en la función de los órganos y tejidos. Ello se debe a que las medidas actuales de la obesidad basadas en el índice de masa corporal (IMC) pueden subestimar y sobreestimar la adiposidad, y proporcionar información inadecuada sobre la salud a nivel individual.
El objetivo específico de la Comisión fue establecer criterios objetivos para el diagnóstico de enfermedades, ayudando a la toma de decisiones clínicas y a la priorización de las intervenciones terapéuticas y las estrategias de salud pública. Para ello, un grupo de 58 expertos discutió la evidencia disponible y participó en un proceso de desarrollo de consenso.
Las medidas actuales de la obesidad basadas en el IMC pueden subestimar y sobreestimar la adiposidad, y proporcionar información inadecuada sobre la salud a nivel individual
Nueva definición
La Comisión define la obesidad como una condición caracterizada por un exceso de adiposidad, con o sin distribución anormal o función del tejido adiposo, y con causas que son multifactoriales y aun incompletamente comprendidas.
- En este sentido, definen la obesidad clínica como una enfermedad crónica y sistémica caracterizada por alteraciones en la función de los tejidos, los órganos, el individuo en su conjunto, o una combinación de los mismos, debido al exceso de adiposidad. La obesidad clínica puede provocar daños graves en los órganos finales y provocar complicaciones que alteran la vida y puede resultar potencialmente mortales (por ejemplo, ataque cardíaco, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal).
- Por otra parte, definen la obesidad preclínica como un estado de exceso de adiposidad con la función preservada de otros tejidos y órganos, y un riesgo variable, pero generalmente mayor, de desarrollar obesidad clínica y varias otras enfermedades no transmisibles (por ejemplo, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y trastornos mentales).
- Aunque el riesgo de mortalidad y enfermedades asociadas a la obesidad puede aumentar como un continuo a través de niveles crecientes de masa grasa, la Comisión diferencia entre obesidad preclínica y clínica (es decir, salud frente a enfermedad) para fines clínicos y relacionados con las políticas.
Limitaciones de la definición actual de obesidad
Sus argumentos
La propuesta está diseñada para abordar las limitaciones en la definición y el diagnóstico tradicionales de la obesidad que obstaculizan la práctica clínica y las políticas de atención médica, lo que resulta en que las personas con obesidad no reciban la atención que necesitan.
Uno de los planteos es que considerar la obesidad solo como un factor de riesgo, y nunca como una enfermedad, puede negar injustamente el acceso a una atención urgente a personas
El presidente de la Comisión, el profesor Francesco Rubino, del King’s College de Londres (Reino Unido), manifestó: “La pregunta de si la obesidad es una enfermedad es errónea porque presupone un escenario improbable de todo o nada donde la obesidad es siempre una enfermedad o nunca lo es. La evidencia, sin embargo, muestra una realidad más matizada. Algunas personas obesas pueden mantener una función normal de sus órganos y una salud general, incluso a largo plazo, mientras que otras presentan signos y síntomas de una enfermedad grave aquí y ahora”.
“Considerar la obesidad solo como un factor de riesgo, y nunca como una enfermedad, puede negar injustamente el acceso a una atención urgente a personas que padecen problemas de salud debido únicamente a la obesidad. Por otro lado, una definición general de la obesidad como una enfermedad puede dar lugar a un sobrediagnóstico y un uso injustificado de medicamentos y procedimientos quirúrgicos, con posibles daños para el individuo y costos asombrosos para la sociedad.
Por lo tanto, concluye que el replanteamiento de la definición reconoce la realidad matizada de la obesidad y permite una atención personalizada. Esto incluye el acceso oportuno a tratamientos basados en la evidencia para personas con obesidad clínica, según sea apropiado para personas que padecen una enfermedad crónica, así como estrategias de gestión de reducción de riesgos para aquellas personas con obesidad preclínica, que tienen un mayor riesgo de salud, pero no una enfermedad en curso.
Esto facilitará una asignación racional de los recursos de atención médica y una priorización justa y médicamente significativa de las opciones de tratamiento disponibles”.
Medición tradicional de la obesidad vs. nuevo método de diagnóstico
Acerca del IMC
Los enfoques actuales para diagnosticar la obesidad son ineficaces. Existe un debate en curso entre los médicos y los responsables de las políticas sobre el enfoque actual del diagnóstico de la obesidad, que tiende a clasificar erróneamente el exceso de grasa corporal y a diagnosticar erróneamente la enfermedad.
Parte del problema se debe a que la obesidad se define actualmente por el IMC, y un IMC de más de 30 kg/m2 se considera un indicador de obesidad para las personas de ascendencia europea. También se utilizan diferentes puntos de corte de IMC específicos de cada país para tener en cuenta la variabilidad étnica del riesgo relacionado con la obesidad.
Aunque el IMC es útil para identificar a las personas con mayor riesgo de problemas de salud, la Comisión destaca que el IMC no es una medida directa de la grasa, no refleja su distribución por el cuerpo y no proporciona información sobre la salud y la enfermedad a nivel individual.
Por ende, el grupo de expertos recomienda que el IMC se utilice solo como una medida sustituta del riesgo para la salud a nivel de la población, para estudios epidemiológicos o para fines de detección, en vez de como una medida individual de la salud.
El exceso de adiposidad debe confirmarse mediante la medición directa de la grasa corporal, cuando esté disponible, o al menos un criterio antropométrico (por ejemplo, circunferencia de la cintura, relación cintura-cadera o relación cintura-altura) además del IMC, utilizando métodos validados y puntos de corte apropiados para la edad, el género y la etnia.
Sin embargo, en personas con un IMC muy alto (es decir, >40 kg/m2) se puede asumir pragmáticamente el exceso de adiposidad, y no se requiere más confirmación.
El grupo de expertos recomienda que el IMC se utilice solo como una medida sustituta del riesgo para la salud a nivel de la población
- También aconsejan que las personas con estado de obesidad confirmado (es decir, exceso de adiposidad con o sin función anormal de órganos o tejidos) sean evaluadas para la obesidad clínica. El diagnóstico de obesidad clínica requiere uno o ambos de los siguientes criterios principales: evidencia de la función orgánica o tisular reducida debido a la obesidad (es decir, signos, síntomas o pruebas diagnósticas que muestran anomalías en la función de uno o más tejidos o sistemas orgánicos) o limitaciones sustanciales y ajustadas por edad de las actividades diarias que reflejan el efecto específico de la obesidad en la movilidad, otras actividades básicas de la vida diaria (por ejemplo, bañarse, vestirse, ir al baño, continencia y comer), o ambos.
- Las personas con obesidad clínica deben recibir un tratamiento oportuno y basado en la evidencia con el objetivo de inducir la mejora (o remisión, cuando sea posible) de las manifestaciones clínicas de la obesidad y prevenir la progresión al daño de los órganos finales.
- Las personas con obesidad preclínica deben someterse a asesoramiento de salud basado en la evidencia, con monitoreo de su estado de salud a lo largo del tiempo y, cuando corresponda, una intervención adecuada para reducir el riesgo de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades relacionadas con la obesidad, según corresponda al nivel de riesgo para la salud individual.
La Comisión presentó dos nuevas categorías: obesidad preclínica y obesidad clínica
Más recomendaciones
La Comisión también incluye otras recomendaciones:
- Los responsables políticos y las autoridades sanitarias deben garantizar un acceso adecuado y equitativo a los tratamientos basados en la evidencia disponibles para las personas con obesidad clínica, según corresponda para las personas con una enfermedad crónica y potencialmente mortal.
- Las estrategias de salud pública para reducir la incidencia y prevalencia de la obesidad a nivel de población deben basarse en la evidencia científica actual, en lugar de en suposiciones no probadas que culpen a la responsabilidad individual por el desarrollo de la obesidad.
- Las aseguradoras de salud de todo el mundo a menudo requieren evidencia de otras afecciones asociadas con la obesidad (por ejemplo, diabetes tipo 2) para brindar cobertura de terapias para la obesidad. Como una enfermedad crónica distinta en sí misma, la obesidad clínica no debería requerir la presencia de otra enfermedad para justificar la cobertura.
- El sesgo basado en el peso y el estigma son los principales obstáculos en los esfuerzos para prevenir y tratar la obesidad de manera efectiva; los profesionales de la salud y los responsables políticos deben recibir la capacitación adecuada para abordar este importante problema de la obesidad.
Los métodos médicos actuales para diagnosticar la obesidad se basan en el IMC, que no es una medida fiable de la salud o la enfermedad a nivel individual
Conclusiones
Los nuevos criterios de diagnóstico de la Comisión llenan un vacío en la noción de diagnóstico de la obesidad, ya que permiten a los médicos diferenciar entre salud y enfermedad a nivel individual.
La implementación de este nuevo marco de diagnóstico debería abrir las puertas a una gestión más accesible y eficaz de la obesidad. Las políticas existentes para el acceso a la atención (es decir, cirugía o medicación) son inadecuadas y deben actualizarse para priorizar a las personas que más necesitan estas intervenciones.
Para aquellos clasificados como que viven con obesidad preclínica, la mitigación del riesgo será una prioridad clave. Las personas con menores riesgos podrían ser manejadas principalmente a través de cambios en el estilo de vida; sin embargo, se necesita más trabajo para identificar a aquellos con mayor riesgo que podrían requerir intervención médica.
Desde su nueva visión, la Comisión anhela que el amplio respaldo del nuevo marco y diagnóstico de la obesidad por parte de muchas sociedades científicas importantes de todo el mundo garantice que una evaluación clínica sistemática de la obesidad se convierta en un requisito en los sistemas de salud a nivel mundial.
Los nuevos criterios de diagnóstico de la Comisión llenan un vacío en la noción de diagnóstico de la obesidad
Obesidad: nueva definición
Fuente
Rubino F, Cummings DE, Eckel RH, Cohen RV, et al. Definition and diagnostic criteria of clinical obesity. The Lancet Diab Endocrinol 2025.