Congreso Diabetes 2024: pediatría

Lugones Editorial

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El simposio “Obesidad en pediatría” será el último del jueves 24 de octubre que se desarrollará en el marco del Congreso Diabetes 2024

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El jueves por la tarde, de 16:30 a 17:30 h, en el Gran Salón del Sol D+E, destacadas profesionales se reunirán para compartir sus saberes y experiencias en el simposio “Obesidad en pediatría”, con la coordinación de la Dra. Lidia Caracotche, en el marco del Congreso Diabetes 2024.

Obesidad de comienzo temprano: obesidades monogénicas

Dra. María Eugenia Andrés

En la obesidad infantil la etiología multifactorial es por lejos la más frecuente, resultado de la interacción de factores ambientales en individuos con predisposición genética de tipo poligénica, y en un 5% de los casos la obesidad se debe a la mutación de un gen específico o síndromes de baja incidencia. Asimismo, es necesario diferenciar los distintos tipos de “obesidades infantiles”, un conjunto de patologías diferentes, de etiología diversa, que comparten la presencia de obesidad desde edades tempranas y que requerirán estrategias diagnósticas y terapéuticas distintas.

Por este motivo, en los últimos años hemos asistido al desarrollo de múltiples líneas de investigación que nos permitieron profundizar en el conocimiento de los mecanismos reguladores del balance energético: de las bases genéticas sobre las que se produce, o no, la acumulación patológica de tejido adiposo, así como en el análisis de la función, o disfunción, endocrinológica de este.

Investigar las bases fisiopatológicas del control del apetito, la saciedad y el gasto energético ha contribuido fundamentalmente al estudio del creciente número de casos de obesidad ocasionados por alteraciones genéticas (sindrómicas o no). Los avances en el descubrimiento de pacientes con obesidades de etiología monogénica amplían en forma considerable las bases fisiopatológicas modernas de la obesidad.

Las causas de obesidades monogénicas afectan, preferentemente, a los genes involucrados en la regulación del apetito-saciedad de la vía leptina-melanocortina: leptina (LEP), receptor de la leptina (LEPR), propiomelanocortina (POMC), convertasa de proproteínas de tipo subtilisina-kexina 1 (PCSK1), receptor 4 de la melanocortina (MC4R), Src-homology-2B adaptor protein 1 (SH2B1), coactivador 1 del receptor de los esteroides (SRC1), carboxipeptidasa E (CPE) y polipéptido 1 estimulador de la actividad alfa de la proteína G (GNAS), entre los más relevantes. Junto con ellos, es de interés mencionar algunas entidades sindrómicas, como los síndromes de Bardet-Biedl y de Alstrom.

Es preciso individualizar la estrategia diagnóstica y el abordaje terapéutico tanto de la obesidad como de sus comorbilidades asociadas en cada paciente. El estudio molecular contribuye a detectar aquellos pacientes que pueden beneficiarse de tratamientos específicos. Las medidas higiénico-dietéticas -unidas a los recientes avances farmacológicos, incluyendo la leptina recombinante, el análogo de la melanocortina 4, setmelanotide y los análogos del péptido similar al glucagón 1- contribuyen de forma decisiva al planteamiento de una medicina de precisión personalizada en la terapia de tipos específicos de obesidades.

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“Investigar las bases fisiopatológicas del control del apetito, la saciedad y el gasto energético contribuyó al estudio del creciente número de casos de obesidad ocasionados por alteraciones genéticas”, destaca la Dra. María Eugenia Andrés

Desafíos en el abordaje del adolescente con obesidad

Dra. Adriana Roussos

El incremento de la obesidad en edades pediátricas es un problema de salud pública global. Es un fuerte predictor de obesidad en la vida adulta, con consecuencias sanitarias y económicas tanto para el individuo como para la sociedad.

La obesidad tiene consecuencias físicas y psicológicas en todas las etapas de la vida. La adolescencia en particular, período comprendido entre los 10 y 19 años, es una etapa de importantes cambios físicos que pueden favorecer la aparición de comorbilidades como el hígado graso, la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), la hipertensión y las patologías osteoarticulares. A su vez, la obesidad puede impactar en la salud mental y en las relaciones sociales de los adolescentes.

La adolescencia se caracteriza por un incremento de la autonomía, una menor receptividad hacia la palabra adulta y un desarrollo incompleto de las habilidades de función ejecutiva, con escasas habilidades de autorregulación. La impulsividad, la toma de conductas de riesgo y le escasa preocupación por las repercusiones futuras puede favorecer la progresión de la obesidad. Por otro lado, múltiples factores del entorno, relacionados con los determinantes sociales de la salud, pueden contribuir a la obesidad: acceso a alimentos saludables, posibilidades para realizar actividad física, acceso a la educación, seguridad, acceso a la salud, relaciones sociales y comunitarias, entre otros.

Para abordar el problema es necesario conocer la situación particular de cada paciente: edad y etapa de desarrollo, impacto físico y psicosocial de su obesidad, y factores familiares y ambientales involucrados. Luego, diseñar el tratamiento en forma individualizada, con las estrategias que mejor se adapten a ese individuo en forma consensuada, y revisándolas y reformulándolas en forma periódica según la evolución.

Existen diferentes barreras para lograr los resultados propuestos: a) de los profesionales: falta de formación en el manejo de adolescentes en sus diferentes etapas, de la obesidad como enfermedad crónica y de habilidades de comunicación; falta de equipos interdisciplinarios constituidos; b) del adolescente y/o su familia: falta de motivación, objetivos erróneos, dificultades económicas, desorganización familiar, factores culturales, sociales y educacionales, “normalización” de la obesidad; c) de la implementación del tratamiento: dificultades de la familia para sostener la concurrencia (económicas, laborales, escolares) o del equipo (falta de tiempo, equipo incompleto, falta de habilidad para “retener”). Además, falta del acceso a tratamiento farmacológico o quirúrgico.

Implementar estrategias para superar estas barreras es fundamental para lograr resultados sostenibles en los adolescentes con obesidad.

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La Dra. Adriana Roussos señala que es clave “implementar estrategias para superar estas barreras para lograr resultados sostenibles en los adolescentes con obesidad”

Cuando la obesidad no se vive como una enfermedad

Lic. Teresa Panzitta

La negación de la obesidad en los adolescentes es un desafío significativo para la intervención. A pesar del aumento alarmante de la obesidad, muchos adolescentes y sus familias no reconocen la gravedad de la condición, lo que complica la implementación de tratamientos efectivos. Un estudio reveló que el 75% de los adolescentes con obesidad no percibe su condición como un problema de salud.

La percepción materna desempeña un papel importante en la negación de la obesidad, dado que el 60% de las madres subestima el peso de sus hijos con obesidad. Esta subestimación puede reforzar la negación en los adolescentes y perpetuar la falta de conciencia sobre los riesgos asociados con la obesidad en la infancia y la adolescencia.

La depresión, una comorbilidad frecuente en adolescentes con obesidad, afecta al 40% de esta población. Esta condición no solo obstaculiza la adherencia al tratamiento y los cambios de comportamiento necesarios, sino que también contribuye a la negación de la obesidad. La depresión alimenta un ciclo de desmotivación y evitación en el que los adolescentes minimizan la importancia de su peso y salud, dificultando aún más la intervención clínica efectiva.

La distorsión de la imagen corporal es otro factor clave que complica el manejo de la obesidad. El 55% de los adolescentes con obesidad se perciben a sí mismos como más delgados de lo que realmente son, lo que sugiere la presencia de trastornos de la imagen corporal. Es fundamental diferenciar la negación de la obesidad de los trastornos de la imagen corporal, ya que estos últimos pueden llevar al desarrollo de comportamientos alimentarios inadecuados.

Cuando un paciente comienza a perder peso, existe el riesgo de que se obsesione con la pérdida, lo que puede llevar a una transición de la restricción a episodios de atracón u otros trastornos alimentarios. Por ello, el abordaje de la obesidad debe ser cuidadoso para no favorecer el desarrollo de estos trastornos.

Un enfoque interdisciplinario que incluya terapias psicológicas, educación nutricional, apoyo familiar y la incorporación de actividades físicas (como la danza, la danza terapia o el deporte) facilita un tratamiento más efectivo. Estas actividades no solo promueven la salud física, sino que también mejoran la autoestima y la percepción corporal, contribuyendo a una comprensión más profunda y saludable de la obesidad en los adolescentes.

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“La percepción materna desempeña un papel importante en la negación de la obesidad, dado que el 60% de las madres subestima el peso de sus hijos con obesidad”, alerta la Lic. Teresa Panzitta

Referencia25º Congreso Argentino de Diabetes