Después del Alzheimer, la enfermedad de Parkinson es el segundo trastorno crónico neurológico más común. Su prevalencia es del 2% en mayores de 65 años
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
La enfermedad de Parkinson es un trastorno del sistema nervioso que afecta a las estructuras del cerebro encargadas del control y la coordinación del movimiento y la postura. Una de esas estructuras es la sustancia negra que contiene un neurotransmisor esencial para la regulación del movimiento que es la dopamina, la cual se encuentra disminuida en esta enfermedad.
Es la segunda patología neurodegenerativa más común luego del Alzheimer; se estima que su prevalencia es del 2% en la población mundial mayor de 65 años. “Podemos afirmar que la edad promedio de inicio se ubica entre los 55 y 65 años, aunque un 10% de los casos puede comenzar antes de los 40 años. Asimismo, la enfermedad es más frecuente a medida que aumenta la edad”, explica la Dra. Cecilia Peralta, Neuróloga del Instituto Universitario CEMIC.
Desencadenantes
Aún se desconoce su causa por lo cual se la identifica como “enfermedad de Parkinson idiopática” para distinguirla de otros parkinsonismos llamados secundarios, en los cuales existe una causa probable de la patología, por ejemplo, el efecto de ciertos fármacos o lesiones vasculares.
Varios factores se asociaron con un aumento del riesgo de desarrollar esta patología, pero aún no existe una relación causal efectiva hasta el momento. Algunos de los factores de riesgo propuestos son: vivir en zonas rurales, beber agua de pozo y la exposición a tóxicos como pesticidas (paraquat, rotenona) y herbicidas.
“Tradicionalmente se la ha considerado una enfermedad ‘no genética, es decir, esporádica’. Esto significa que algún miembro de la familia se ve afectado, pero no el resto. Sin embargo, en aproximadamente el 15% de los casos se reconoce a un familiar en primer grado con la misma enfermedad, y por lo menos un 5% de las personas presenta síntomas que se pueden atribuir a la mutación de uno de los varios genes asociados con la misma como el gen de alfa sinucleina (Park-1 SNCA), parkina (Park-2 PRKN), dardarina o LRRK2 (Park-8), PINK 1 (Park-6), entre otros”, señala la especialista.
El diagnóstico se realiza según la historia clínica, la revisión de los síntomas, y con un examen físico y neurológico
Señales de alerta
La enfermedad de Parkinson se manifiesta principalmente con “síntomas motores”. Su signo cardinal es la lentitud de movimiento o bradicinesia, que puede ser generalizada o localizada en algún miembro. Esta lentitud se asocia a otras manifestaciones como temblor, rigidez, trastornos posturales y del equilibrio. Los síntomas clásicos son: disminución en la expresión facial y del balanceo de un brazo, postura flexora, arrastrar una pierna o ambas al caminar y reducción en el tono de la voz y del tamaño de la letra.
“Si bien a esta enfermedad se la identifica en general por sus síntomas motores y fundamentalmente con el temblor, actualmente se sabe que no son los únicos. Existen otros llamados ‘no motores’ que se denominan así porque no se ven a simple vista y comprenden el espectro de las manifestaciones psiquiátricas o conductuales como la depresión o ansiedad, trastornos gastrointestinales (constipación), del olfato (disminución del mismo), alteraciones del sueño, variaciones en la secreción salivar o en la grasa de la piel, entre otros”.
En estadios más avanzados es posible que la marcha se altere, el paciente sufra caídas o presente trastornos de deglución y fonación. También puede progresar el resto de los síntomas no motores y aparecer alteraciones de las funciones cognitivas e intelectuales.
La enfermedad de Parkinson es la segunda patología neurodegenerativa más común luego del Alzheimer
Tratamientos disponibles
Actualmente producen un adecuado control sintomático, aunque no curan la enfermedad. La elección apropiada de los fármacos se realiza en forma individual y depende de ciertos factores como la edad, la severidad de los síntomas y la necesidad de retrasar la introducción de la droga más potente (levodopa) a fin de prevenir la aparición de complicaciones motoras de largo plazo en aquellos pacientes que se encuentran con alto riesgo de desarrollarlas.
Las medicaciones más comunes incluyen: levodopa, agonistas dopaminérgicos, inhibidores de catecol-o-metiltransferasa, inhibidores de monoamino oxidasa B, entre otras, las cuales serán prescriptas y controladas por un neurólogo.
También una cirugía conocida como estimulación cerebral profunda puede ayudar. Consiste en colocar pequeños marcapasos regulables desde el exterior que pueden programarse cuantas veces el médico crea conveniente. Si bien no es para cualquier paciente ni tampoco es curativa, reduce en gran medida los síntomas que afectan a la calidad de vida.
De este modo, la actual disponibilidad de drogas para tratar la discapacidad funcional y el compromiso sintomático del Parkinson brinda un adecuado control de los síntomas y mejora la calidad de vida durante muchos años. Asimismo, la kinesiología, foniatría, el consejo, la educación y el apoyo en forma conjunta con medidas más generales como nutrición, terapia física y psicológica son herramientas fundamentales que garantizan el bienestar del paciente.
Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.