¿Por qué los hermanos pelean?

Lugones Editorial

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Los hermanos pelean por muchas razones, principalmente por celos y rivalidad. ¿Qué actitud deben tomar los padres?

Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial

Cuando en una casa hay más de un niño es normal que surjan algunos problemas. Más aún si este pequeño, hasta el momento “único”, siente que su lugar es desplazado por la llegada de un hermanito. Al principio le costará y, con el tiempo y a medida que ambos crezcan, surgirán los problemas, las peleas y las rivalidades.

En varias ocasiones sucede que los hermanos, suelen tomarse cosas prestadas entre sí, y no siempre las devuelven en las mejores condiciones. O a veces los pequeños tienen la impresión de que sus hermanos mayores pueden hacer lo que quieren, mientras que estos tienen la sensación de que el menor de la casa es el centro de atención de la vida familiar. Ante estas situaciones, los padres no deben preocuparse; se trata de problemas típicos que afectan a hermanos de todas las edades.

Cabe aclarar que cuando los hermanos no se llevan bien, esto se denomina “rivalidad entre hermanos”. En este sentido, rivalidad significa competencia. La competencia es algo normal, pero un exceso de competencia puede alterar la armonía familiar. 

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Con el tiempo, aprenden a comunicarse aun cuando existen conflictos o desacuerdos 

¿Por qué surgen las peleas?

Las relaciones entre los seres humanos siempre son ambivalentes; es decir, se juega el amor y el odio, y todo depende del monto de la agresividad y de los impedimentos y limitaciones que eso genere en cada hijo para un desarrollo creativo y libre.

Según la Lic. en Psicología, Doris Saslavsky, los mayores factores desencadenantes son los celos, el amor, la admiración por los padres y que el hermano invada este lugar. En varias oportunidades, entre los hermanos el “otro” puede ser modelo y adversario como en todas las relaciones humanas. En este contexto, el hermano siempre será visto como un opositor, alguien que provoca un sentimiento de ambivalencia que oscila entre el amor y el odio. Esto se explica porque por su cabeza circulan muchas fantasías respecto al amor de sus padres; generalmente imagina que sus papás quieren más al otro. 

Pero, dado que el humano trasciende lo biológico, tener la misma sangre no significa que no aparezcan sentimientos de destrucción hacia el otro. De este modo, inconscientemente, los hijos buscan hacer alianzas con los padres, y para ellos es muy difícil no responder a estas demandas. Otras de las razones de las agresiones entre hermanos surgen porque el niño: 

  • Se siente confundido y entonces pelea para diferenciarse y tener deseos propios. Asimismo, esta situación puede repetirse a lo largo del tiempo dado que a veces muchos adultos jóvenes siguen peleando con hermanos y/o hermanas para llegar a ser diferentes.
  • Porque no se siente querido y reconocido por alguno de sus padres.
  • Porque los hermanos tienen personalidades diferentes.
  • Para llamar la atención. 
  • Porque no desean compartir. 
  • Sentirse aburrido e inactivo.
  • Porque hay poca diferencia de edad entre los hermanos.

Según sostienen diversos estudios, una de las etapas de mayores agresiones se sucede entre los 7 y los 12 años, precisamente porque es el período donde nacen los juegos en equipo y los niños buscan socios. Los diversos juegos infantiles son ocasión de entretención y también de peleas. En consecuencia, las peleas son más frecuentes entre hermanos de edades similares.

No obstante, cabe resaltar que el lado positivo de las peleas es que, si aprenden a manejarlas, comprenderán también a manejar sus rivalidades, advertirán el arte de la negociación y la resolución de sus problemas.

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Los hermanos se pelean porque tienen personalidades diferentes o porque uno quiere llamar la atención

¿Qué deben hacer los padres?

En primer lugar, “los padres nunca deberán hacer alianzas con alguno de los hijos. Asimismo, tampoco deberán permitir que uno de los hermanos hable mal del otro o haga críticas, menos aún si el otro hijo no está presente”, sostiene Saslavsky.

Los padres, a pesar de los esfuerzos, nunca podrán suprimir las peleas de la vida de sus hijos, pero lo que sí pueden hacer es aminorarlas y servir de guía (no de juez) e incentivarlos a resolver sus propios problemas. 

También hay que evitar la frase: “¿Quién empezó?” porque, de esta manera, los padres se convierten en jueces de sus hijos y esta medida no conduce a nada. Lo ideal es esperar para intervenir y dar una oportunidad al entendimiento entre ellos. Si la situación se torna más “densa”, habrá que interpretar el papel de moderador, dar opción a que los dos expliquen su punto de vista y, luego de escucharlos, hacerles entender que deben hablar cuando estén más calmados y llegar a un acuerdo, y que cada uno exprese lo que considera justo para solucionar el conflicto.

Si de esta manera es imposible, se puede intentar hacer desaparecer -si se puede- el motivo de la discusión. Por ejemplo, si se pelean porque uno quiere ver un programa y el otro un video, se acaba la televisión para los dos. 

No obstante, en aquellos casos donde los niños se pelean físicamente, es imprescindible la intervención de un adulto dado que la violencia no es una manera aceptable de resolver los problemas y, a su vez, deberán aplicar un castigo a ambos por igual. En este sentido, el consejo para los padres es que alienten a sus hijos a hablar entre ellos con el fin de que sean ellos quienes aprendan a resolver sus conflictos sin violencia.

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El hermano mayor no es el que tiene que ceder siempre solo por serlo, ni debe sentirse responsable de su hermano

Consejos 

  • Ser justos. El hermano mayor no es el que tiene que ceder siempre solo por serlo, ni debe sentirse responsable de su hermano.
  • No hacer caso a las acusaciones de los niños, ni fomentar que uno acuse a otro.
  • Reconocer que los hijos no son iguales ni reaccionan de la misma forma.
  • No deben intervenir en las peleas porque lo más saludable es ellos aprendan a resolver sus conflictos solos. 
  • No comparar.
  • Elogiar las actitudes positivas. Hay que felicitar a los hijos cuando no se pelean y mostrarles lo contentos que están por ello. 
  • Ofrecerle al hijo mayor oportunidades para enseñar y cuidar al menor. 
  • No guardar rencor a los hijos por las peleas ocurridas.
  • Establecer reglas claras y simples para la familia.
  • Fomentar la interacción positiva.
  • Lo más importante es darles un buen ejemplo. Los padres no deberán pegarles a los hijos porque, de esta manera, imitarán esa actitud.

Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.