Un adecuado diagnóstico de las causas de un accidente cerebrovascular (ACV) es fundamental para prevenir un segundo evento. El rol del tratamiento y la rehabilitación
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial
Un adecuado diagnóstico de las causas que desencadenaron un accidente cerebrovascular (ACV) es fundamental para prevenir un segundo evento, lo cual presenta una probabilidad relativamente elevada.
“Para ello es necesario realizar estudios cerebrales por imágenes (tomografía computada o resonancia magnética), una evaluación del flujo sanguíneo y de los lugares de sangrado (angiografía por resonancia magnética, angiotomografía, Doppler de arterias del cuello y/o transcraneal), un análisis de sangre para detectar alteraciones de la coagulación, además de un electrocardiograma y ecocardiograma para identificar fuentes de coágulos que pueden viajar hacia el cerebro”, enumera el Dr. Luciano Sposato, Neurólogo argentino, que actualmente se desempeña como Director del Programa de Enfermedades Cerebrovasculares de Western University y del Laboratorio Corazón-Cerebro de la misma universidad, en London, Ontario, Canadá.
El diagnóstico de un ACV incluye: estudios cerebrales por imágenes, evaluación del flujo sanguíneo y de los lugares de sangrado, análisis de sangre para detectar alteraciones de la coagulación, además de un electrocardiograma y ecocardiograma
¿Qué experimenta el paciente?
Dado que el cerebro controla todo (movimientos, sentimientos, pensamientos y comportamiento), las lesiones que sufre -producto de un ataque- pueden afectar cualquiera de esas habilidades. “Algunas de las posibles consecuencias de un ACV son hemiparesia o hemiplejia (debilidad o parálisis de un lado del cuerpo, respectivamente), afasia (dificultades con el habla y el lenguaje), disfagia (dificultad al tragar), disminución del campo visual y problemas de percepción visual, pérdida de control de las emociones y cambios de humor, incluso negación de los cambios causados por la lesión al cerebro”, señala el Dr. Sposato.
Además, existen efectos emocionales como depresión, apatía y falta de motivación, cansancio, frustración, enojo y tristeza, llanto involuntario, trastornos cognitivos (problemas de memoria, juicio, solución de problemas) y cambios en la conducta.
“Cuando un paciente sufre un ACV, lo primero que debe hacer -dentro de las 2 horas de ocurrido- es acudir a un hospital o centro asistencial donde recibirá el tratamiento adecuado con altas posibilidades de mejorar su condición futura”, comenta el Dr. Sposato. Allí se lo evaluará neurológicamente a través de un breve examen y, en el caso de ser un ataque isquémico, se le recomendará una droga que detiene el ataque cerebral.
Otra posibilidad, más económica y accesible, consiste en administrar aspirina dentro de las 48 horas de sucedido el ataque. “Solo una dosis brinda al paciente un importante beneficio, además de disminuir las posibilidades de un segundo ataque y reducir el riesgo de mortalidad”.
Una vez producido el ataque cerebral, como parte del tratamiento, los pacientes deberán tomar antihipertensivos, estatinas y un antiagregante plaquetario. En caso que sea necesario reparar el daño causado o prevenir la ocurrencia de un segundo evento, puede aplicarse una cirugía para liberar la sangre o reparar vasos sanguíneos dañados. En cambio, otras personas pueden beneficiarse con la utilización de un catéter para destapar los vasos dañados en el cerebro (angioplastia con stent).
Los pacientes pueden experimentar depresión, apatía y falta de motivación, cansancio, frustración, enojo y tristeza, llanto involuntario, trastornos cognitivos y cambios en la conducta
Rehabilitación
En la mayoría de los casos los pacientes efectivamente mejoran. “Es importante recordar que los efectos de un ataque cerebral son peores inmediatamente después de ocurrido el evento. A partir de entonces, la velocidad y calidad de las mejoras dependen de la extensión de la lesión cerebral y del éxito del tratamiento y la rehabilitación”, explica el Neurólogo. Algunos puntos importantes a tener en cuenta son:
- La recuperación comienza una vez finalizado el ataque y cuando el paciente se encuentra médicamente estable.
- Algunas mejoras son espontáneas y dependen de cómo funciona el cerebro después de la lesión.
- Los programas de rehabilitación para personas con ataques cerebrales ayudan a mejorar las capacidades y aprender nuevas destrezas y técnicas para adaptarse.
- La depresión que sigue a un ataque cerebral puede interferir con la rehabilitación, por lo cual es importante tratarla.
- Las mejoras suelen ocurrir más rápido durante los primeros meses después del ataque, y luego siguen con el esfuerzo y dedicación continuos a través de los años.
“De este modo, se trata de una rehabilitación multidisciplinaria que abarca el lenguaje y la parte motora, incluso contempla una terapia ocupacional para mejorar las secuelas y reinsertar al paciente en su vida cotidiana. Incluso es primordial la asistencia psicológica y psiquiátrica, y tratar la depresión, situación que perjudica la continuidad del tratamiento y de la rehabilitación”, comenta el Dr. Sposato.
La prevención primaria se aplica para prevenir que ocurra el primer ataque cerebral, mientras que la secundaria para tomar las medidas necesarias en aquellos pacientes que ya han sufrido un ataque y evitar la aparición de un segundo
Actuar a tiempo
Es fundamental que el paciente conozca cuáles son las señales que alertan sobre la posibilidad de sufrir un ACV. “Entre ellos deben mencionarse: falta de sensación, debilidad o parálisis repentinas en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo; confusión súbita y problemas imprevistos para hablar o entender; problemas súbitos para ver con uno o ambos ojos; dificultad para caminar, mareo, vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación; dolor de cabeza imprevisto e intenso”.
Para el manejo de los factores de riesgo existe la prevención primaria y secundaria: “La primera se aplica con el fin de prevenir que ocurra el primer ataque cerebral, en tanto que la secundaria sirve para tomar las medidas necesarias en aquellos pacientes que ya han sufrido un ataque y evitar la aparición de un segundo”, explica el entrevistado.
Como política de salud, lo principal es atacar la hipertensión y concientizar a la gente del riesgo que dicha enfermedad puede producir. “Es fundamental que el paciente visite al médico para verificar su presión porque esa es la primera oportunidad para detectar la hipertensión. Luego de detectarla, hay que tratarla y controlarla. Hay casos en los cuales algunos pacientes dejan de tomar los medicamentos porque les baja la presión, pero en realidad no comprenden que los fármacos no son hipotensores sino antihipertensivos; es decir, disminuyen la presión cuando está alta”.
Además, se recomienda controlar los niveles de glucemia, tomar estatinas para disminuir los niveles de colesterol, realizar ejercicio, abandonar el cigarrillo, y controlar y tratar las enfermedades cardiovasculares.
Los programas de rehabilitación para personas con ataques cerebrales ayudan a mejorar las capacidades y aprender nuevas destrezas y técnicas para adaptarse