“Complicaciones crónicas: ¿son evitables?” será el último simposio del jueves 21 de agosto por la tarde que tendrá lugar en las XII Jornadas Diabetes 2025
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De 15.45 a 16.45 h, el jueves 21 de agosto, en las XII Jornadas Nacionales de Diabetes 2025, reconocidos diabetólogos debatirán acerca de las “Complicaciones crónicas: ¿son evitables?“, en el Salón Gran Panamericano del Hotel Marriott.
SIMPOSIO: Complicaciones crónicas: ¿son evitables?
Coordinadora: Dra. Susana Salzberg
Embarazo con diabetes: futuro impacto en órgano blanco
Dra. Silvia Lapertosa
En los últimos 30 años hemos sido testigos de enormes cambios en el campo de la diabetes mellitus (DM) en el embarazo, con un aumento muy importante en el número de casos de embarazos en mujeres con DM1 previa a la gesta. La DM1 en el embarazo ha aumentado en un 40%. Esta situación aumenta el riesgo de consecuencias adversas para la salud materno infantil durante la gesta, así como a corto y largo plazo.
El embarazo se considera a menudo una prueba de esfuerzo cardiovascular natural debido a las adaptaciones fisiológicas, hemodinámicas y metabólicas necesarias para el desarrollo fetal, pero los resultados adversos del embarazo (APO), como los trastornos hipertensivos del embarazo (HDP), el parto prematuro y el bajo peso para edad gestacional pueden ser “marcadores” eficaces de riesgo futuro de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA), insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular, enfermedad renal crónica (ERC) y demencia vascular, e identificarán a las mujeres que requerirán mayor atención y seguimiento en el posparto
Las mujeres con DM tienen un riesgo de dos a cuatro veces mayor de un embarazo hipertensivo y hasta seis veces mayor de preeclampsia (PE) en comparación con las mujeres sin DM, siendo el riesgo especialmente alto en pacientes con enfermedad renal.
En el estudio de Mesa (2025) la preeclampsia fue un fuerte predictor independiente de la progresión de aterosclerosis durante un período de seguimiento de 5 años, con un efecto aditivo en la DM1. De hecho, una mujer con DM1 tiene un riesgo del 10 al 20% de sufrir eclampsia (EP) durante su primer embarazo. Este riesgo aumenta con la presencia de enfermedad renal: el 42% de las mujeres con DM1 y microalbuminuria y el 64% de las que presentan macroalbuminuria desarrollan EP durante el embarazo
Si bien la enfermedad renal es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de EP en mujeres con DM1, se ha demostrado que otros factores de riesgo también influyen. Estos factores son similares a los de la población general e incluyen nuliparidad, antecedentes de EP, hipertensión crónica, retinopatía y duración de la DM. La prevalencia de nefropatía es ocho veces mayor en mujeres con DM y con PE previa en comparación con aquellas con presión arterial normal durante el embarazo.
Durante el embarazo la retinopatía empeora temporalmente en el 17-70% de las mujeres con DM1. Este riesgo aumenta con la duración de la DM, el mal control glucémico y la hipertensión arterial. Los cambios observados a nivel de la retina pueden estar relacionados con inflamación y disfunción endotelial.
Además de estas complicaciones presentes en la paciente del caso, la misma tiene obesidad central con un índice de masa corporal (IMC) de 32,4, y hay mucha evidencia que refiere los efectos de la obesidad materna en la adaptación placentaria y la reprogramación fetal que conduce a cambios en los órganos blancos e impacta a futuro en la salud infantil con riesgo de obesidad infantil, trastornos neuropsiquiátricos y alteración de la función de las células madre hematopoyéticas (HSPC).
Esta alteración en el metabolismo materno puede generar enfermedades cardiovasculares en la descendencia por posibles mecanismos en cambios mitocondriales, aumento de especies reactivas de oxígeno y cambios epigenéticos como la metilación del ADN y la modificación de histonas, que pueden transmitirse de forma similar a la siguiente generación.
Después del embarazo, todas las mujeres con DM y antecedentes de hipertensión deben ser monitorizadas para detectar el desarrollo de microangiopatías, hipertensión crónica y dislipidemia, y recibir tratamiento temprano y adecuado.

La Dra. Silvia Lapertosa inaugurará este Simposio con el tema “Embarazo con diabetes: futuro impacto en órgano blanco”
Complicaciones cardiorrenales
Dra. Carla Mannucci
A pesar de los notables avances en el tratamiento, las personas que inician con diabetes mellitus tipo 1 (DM1) en edad pediátrica continúan presentando una esperanza de vida más de 10 años menor que la de la población general, siendo la principal causa la mayor prevalencia de enfermedad cardiovascular y enfermedad renal crónica. Las mujeres con DM1 resultan especialmente vulnerables.
Se plantean múltiples interrogantes acerca de los enfoques más eficaces para mitigar el riesgo cardiovascular en jóvenes con DM1.
Entre ellos se destaca la necesidad de estratificar el riesgo considerando la edad, la forma de inicio de la enfermedad, el sexo y el tiempo de evolución con el fin de adecuar los objetivos de LDL y de presión arterial sistólica (PAS), optimizar el momento de inicio y la dosis de hipolipemiantes y de antihipertensivos, incluir tratamientos farmacológicos para la obesidad, valorar el uso de AAS en prevención primaria, y considerar el potencial beneficio de agentes no insulínicos, también por sus efectos pleiotrópicos, a partir de un mejor conocimiento de las vías metabólicas, hemodinámicas e inflamatorias involucradas en la patogénesis de la enfermedad cardiovascular y renal.
Tal como se evidenció en el estudio Diabetes Control and Complications Trial/Epidemiology of Diabetes Interventions and Complications (DCCT/EDIC), el control intensivo de la glucemia reduce significativamente el riesgo de complicaciones macro y microvasculares. Datos más recientes demuestran que la reducción de los valores del LDL disminuye en más de un 20% el riesgo de enfermedad cardiovascular y en un 40% la mortalidad por eventos cardiovasculares, mientras que el descenso de la PAS se asocia a reducciones del 30% y 40%, respectivamente.
La prevención y el tratamiento de la obesidad representa un desafío creciente en el manejo de la DM1, así como la pesquisa activa, y el abordaje oportuno y especializado de la enfermedad renal diabética, incluyendo la derivación temprana al nefrólogo.
Actualmente no se dispone de ensayos clínicos aleatorizados y controlados diseñados específicamente para la reducción del riesgo cardiovascular en jóvenes con DM1, por lo que las recomendaciones vigentes se basan en estudios observacionales o en datos extrapolados de investigaciones realizadas en personas con DM2.
Sin embargo, se encuentran en curso diversos estudios cuyos resultados estarán disponibles próximamente, en los que se evalúa el efecto de los análogos de GLP-1, los inhibidores SGLT-2, y los agonistas de receptores de mineralocorticoides en niños y adolescentes con DM1.

“Complicaciones cardiorrenales” será la charla de la Dra. Carla Mannucci
MASLD
Dr. Adrián Gadano
La enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD) se define actualmente por la presencia de esteatosis hepática (en la gran mayoría de los casos detectada por ecografía) asociada a disfunción metabólica (1 de 5 criterios) sin consumo significativo de alcohol (<140 o <210 g por semana en mujeres y hombres, respectivamente).
En Sudamérica, la prevalencia actual de MASLD se estima en un 35,7% en la población general y podría aumentar hasta un 68% en grupos de alto riesgo (es decir, con diabetes mellitus tipo 2 [DM2] u obesidad).
La historia natural de MASLD abarca desde la esteatosis aislada hasta la esteatohepatitis, la fibrosis hepática y la cirrosis. Sin embargo, se ha prestado especial atención a la esteatohepatitis asociada a la disfunción metabólica (MASH) y la fibrosis hepática avanzada, ya que se han relacionado con la progresión de la enfermedad y la mortalidad, respectivamente.
No se recomienda el cribado de MASLD en la población general, ya que la esteatosis aislada no se asocia con un aumento clínicamente significativo del riesgo de complicaciones hepáticas. Se recomienda el cribado de MASLD y de fibrosis en personas con bioquímica hepática anormal o signos radiológicos de esteatosis hepática, así como en aquellas con DM2 o sobrepeso, especialmente en mayores de 50 años.
La ecografía es la prueba de primera línea para el cribado de la esteatosis hepática por su accesibilidad y facilidad de uso. La fracción de grasa de densidad protónica (proton density fat fraction, PDFF) obtenida por resonancia magnética (RM) ofrece una cuantificación más precisa del contenido de grasa hepática y una disminución relativa ≥30%, en la FDP-RM se asocia con una mayor probabilidad de respuesta histológica y resolución de la MASH.
El FIB-4 es el biomarcador de elección para estratificar inicialmente el riesgo de fibrosis en la práctica clínica. Es de muy fácil acceso ya que se calcula con la edad del paciente, las transaminasas y el recuento de plaquetas. Los pacientes con riesgo indeterminado o alto según la FIB-4 o su historial clínico deben someterse a un análisis de segundo paso utilizando una técnica con mayor sensibilidad y especificidad para determinar el estadio de fibrosis hepática. En Latinoamérica, se sugiere la elastografía transitoria (FibroScan®) como técnica secundaria para estratificar el riesgo de los pacientes con MASLD.
La dieta mediterránea debe implementarse en todos los pacientes con MASLD, independientemente del estadio de fibrosis. En pacientes con sobrepeso u obesidad (exceso de peso corporal), el objetivo de pérdida de peso recomendado es del 7 al 10% del peso corporal total (3 al 5% en MASLD magro), lo que se asocia con una mejoría en la histología hepática.
En adultos sin contraindicaciones cardiovasculares o musculoesqueléticas se debe recomendar el ejercicio, incluyendo de 150 a 300 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada, de 75 a 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa o una combinación equivalente de actividad aeróbica de intensidad moderada y vigorosa.
En personas con MASLD y fibrosis significativa (F2) se debe recomendar la abstinencia absoluta de alcohol. A los pacientes con MASLD que fuman activamente se les debe aconsejar la interrupción del tabaquismo.
La única droga actualmente aprobada para el tratamiento de pacientes con MASH y fibrosis significativa o avanzada (F2-3) es el resmetirom en dosis de 80 mg o 100 mg. Lamentablemente esta droga no está actualmente disponible en Latinoamérica.
Se podría considerar el uso de terapias basadas en incretinas en personas con MASH y sobrepeso o DM, según la disponibilidad local y la evaluación individual del riesgo de posibles efectos secundarios.
Otras terapias, como la pioglitazona y los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2, se pueden considerar caso por caso, pero no han demostrado un beneficio significativo en la evolución de la fibrosis hepática, cuyo control es el principal objetivo del tratamiento.
Se debe considerar la cirugía bariátrica en pacientes con MASLD y obesidad de clase 2 o 3, especialmente en aquellos que no han logrado una pérdida de peso adecuada ni una mejora metabólica mediante modificaciones del estilo de vida y medicamentos contra la obesidad. Sin embargo, es crucial una selección cuidadosa de los pacientes y una evaluación preoperatoria exhaustiva.
Se debe realizar un cribado de carcinoma hepatocelular (CHC) en todos los pacientes con cirrosis. Los pacientes con fibrosis avanzada (F3) también podrían beneficiarse del cribado, por lo que se podría proponer la vigilancia del CHC en este subgrupo de pacientes. Asimismo, se debe llevar a cabo una evaluación completa del riesgo cardiovascular de forma rutinaria en pacientes con MASLD.

El Dr. Adrián Gadano hablará sobre “MASLD” en el último Simposio del jueves 22 de agosto
Accedé al siguiente simposio del viernes 22 de agosto: “Adiposopatía y diabetes: un llamado a la acción“