La esclerosis lateral amiotrófica ataca a las células nerviosas que están en el cerebro y la médula espinal
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial
La esclerosis lateral amiotrófica, o ELA, es una enfermedad de las neuronas en el cerebro, el tronco cerebral y la médula espinal que controlan el movimiento de los músculos voluntarios. También es conocida como la enfermedad de Lou Gehrig.
A menudo esta patología comienza con espasmos y debilidad muscular en un brazo o pierna, dificultad para tragar o para hablar, hasta que llega un momento en que afecta el control de los músculos para moverse, hablar, comer y respirar.
Suele presentarse entre los 40 y los 60 años, y es más común en los hombres que en las mujeres. No se conoce la causa de la enfermedad ni existe cura; los medicamentos pueden aliviar los síntomas y, algunas veces, prolongar la supervivencia.
La ELA hace perder el control muscular. Es una enfermedad que empeora con el tiempo.
Causas y factores de riesgo
En la esclerosis lateral amiotrófica, las células nerviosas (neuronas) motoras se desgastan o mueren y ya no pueden enviar mensajes a los músculos. Con el tiempo, esto provoca debilitamiento muscular, espasmos e incapacidad para mover los brazos, las piernas y el cuerpo. La afección empeora lentamente. Cuando los músculos en la zona torácica dejan de trabajar, resulta difícil o imposible respirar.
Con respecto a sus causas, en aproximadamente el 10% de los casos se puede identificar una causa genética, en los demás aún se desconoce. No obstante, pueden identificarse ciertos factores de riesgo:
- Edad. El riesgo aumenta después de los 75 años. La ELA es más común entre los 60 y los 85 años.
- Sexo. Antes de los 65 años, la ELA es un poco más común en hombres que en mujeres. Esta diferencia de sexo desaparece después de los 70 años.
- Fumar. Las pruebas demuestran que fumar es un factor de riesgo ambiental de ELA. Las mujeres que fuman parecen tener un riesgo incluso mayor, especialmente después de la menopausia.
- Exposición a toxinas ambientales. Algunas pruebas sugieren que la exposición al plomo o a otras sustancias en el lugar de trabajo o el hogar podría estar relacionada con la ELA. Se han hecho muchos estudios, pero no se ha asociado de forma consistente ningún elemento causante ni sustancia química con la ELA.
La ELA no afecta los sentidos (vista, olfato, gusto, oído y tacto), ni la capacidad de pensar
Manifestaciones
Los síntomas principales son la pérdida de fuerza muscular y la coordinación que con el tiempo empeoran y obstaculizan realizar cualquier tarea de rutina (subir escaleras, levantarse de una silla o deglutir). Resumidamente son:
- Debilidad muscular. Comienza en una parte del cuerpo, como el brazo o la mano, y empeora lentamente hasta que provoca dificultad para levantar cosas y caminar, respirar, incluso para tragar.
- Caída de la cabeza debido a la debilidad de los músculos del cuello.
- Problemas del habla, como un patrón de discurso lento o anormal (arrastrando las palabras).
- Cambios en la voz, ronquera.
- Depresión.
- Calambres musculares.
- Rigidez muscular, llamada espasticidad.
- Contracciones musculares, llamadas fasciculaciones.
- Pérdida de peso.
Cabe aclarar que la ELA no afecta los sentidos (vista, olfato, gusto, oído y tacto) y la mayoría de las personas es capaz de pensar como lo hace normalmente, si bien una pequeña cantidad presenta demencia, lo que provoca problemas con la memoria.
La resonancia magnética se utiliza para el diagnóstico de ELA
Complicaciones
A medida que la enfermedad progresa, la ELA causa complicaciones como:
- Problemas respiratorios. Con el tiempo, la ELA debilita los músculos que sirven para respirar con lo cual las personas podrían necesitar un respirador y en otros casos se sugiere realizar una traqueostomía.
- Problemas para hablar. Al comienzo, las personas hablan más despacio y, a veces, pronuncian mal las palabras. Con el tiempo, se les dificulta hablar con claridad al punto que no es posible entenderlas. Para ello, optan por comunicarse a través de la tecnología.
- Problemas de alimentación. También pueden desarrollar debilidad en los músculos que intervienen en la deglución, lo que puede derivar en malnutrición y deshidratación. Incluso aumenta el riesgo de que entren alimentos, líquidos o saliva en los pulmones, lo que puede causar neumonía. Una sonda de alimentación puede reducir estos riesgos y asegurar una hidratación y nutrición adecuadas.
- Demencia. Algunas personas con ELA tienen problemas con el lenguaje y para tomar decisiones. Con el tiempo, a algunas les diagnostican un tipo de demencia llamado demencia frontotemporal.
Hasta el momento no existe cura para ELA, pero sí medicamentos que detienen el progreso de los síntomas y mejoran un poco la calidad de vida de los pacientes.
La fisioterapia, la rehabilitación y el uso de dispositivos ortopédicos o silla de ruedas, u otras medidas ortopédicas, pueden ser necesarios para maximizar la función muscular y la salud en general.
Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.