La exposición a los rayos solares sin protección es un factor de riesgo para el cáncer de piel
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial
La luz solar es vida y la energía que proporciona es fundamental para todos los procesos biológicos. La exposición al sol es saludable y el bronceado forma parte del estilo de vida moderno. Irónicamente se lo consideraba sinónimo de salud y belleza, sin embargo hoy ya no existen dudas sobre el peligro de su exposición en exceso y sin protección: los rayos ultravioletas son los responsables del bronceado, pero también de los daños a largo plazo que produce el sol.
Los rayos ultravioletas son los responsables del bronceado, pero también de los daños a largo plazo que produce el sol
¿Qué produce el sol?
Como el daño solar es acumulable, las exposiciones reiteradas e indiscriminadas a largo plazo producen envejecimiento prematuro, lesiones precancerosas y cáncer de piel; este último es el tipo más común de los cánceres en el ser humano y una de sus causas más importantes es la exposición al sol sin protección o a las camas solares.
Cabe aclarar que la piel clara, la exposición solar prolongada, los horarios del mediodía y la falta de cuidados son las principales causas de quemaduras solares. Los días nublados (resolana) son muy traicioneros y aunque el sol no se vea, está y sus rayos también. Pero el cuerpo -en este caso, la piel- “habla” y luego de unas horas se siente caliente, ardida y dolorida; en algunos casos ni se tolera el contacto con la ropa. Su aspecto es rojizo, tirante e incluso pueden aparecer ampollas. Con los días la piel se cura y aparecen manchas, como pecas, que serán la marca imborrable de la quemadura de sol.
Otros factores desencadenantes menos frecuentes son la exposición repetida a rayos X, presencia de cicatrices por quemaduras severas, exposición ambiental al arsénico y antecedentes familiares de cáncer de piel.
Sin embargo, esa quemadura es capaz de provocar un daño en las células de la piel que puede no ser reparado y, consecuentemente, se produce un efecto “bola de nieve”: las células se siguen deteriorando paulatinamente y existe la posibilidad, con el tiempo, de producirse el cáncer de piel.
Usar protector solar al realizar actividades al aire libre, y evitar la exposición entre las 10 y 16 horas
¿Cómo se manifiesta?
Los signos más habituales que hacen sospechar un cáncer de piel son:
- Manchas inicialmente planas rosadas o rojizas, ásperas al tacto y que se tornan cada vez más rugosas o escamosas. Se observan especialmente en la cara, en el dorso de las manos, en el labio inferior y en las orejas.
- Aparición de bultos en la piel que crecen en forma sostenida en el tiempo.
- Lastimaduras que no cicatrizan a pesar de un tratamiento correcto.
- Herida sangrante, costrosa, no provocada por un traumatismo previo.
- Un lunar que cambia de coloración, sus bordes se vuelven irregulares, es asimétrico y crece (generalmente de tamaño superior a 6 mm).
- Un lunar que pica o se inflama.
Los especialistas afirman que la forma más eficaz para prevenir el cáncer de piel es la educación: saber cómo, cuándo y cuánto exponerse al sol. Dado que esta enfermedad es curable en la mayoría de los casos, es importante realizar exámenes propios constantes y visitar al dermatólogo por lo menos una vez al año como medida de cuidado.
La forma más eficaz para prevenir el cáncer de piel es la educación: saber cómo, cuándo y cuánto exponerse al sol
Bases para su prevención
- Todos deben cuidarse, pero especialmente las personas de piel y ojos claros, las que siempre enrojecen y nunca se broncean deben estar más alertas, y aquellas que tengan muchos lunares.
- Las personas con antecedentes familiares de cáncer de piel deben prestar mucha atención y controlarse más seguido.
- Atender a la aparición de manchas o lunares nuevos; también los cambios de color, forma, textura o tamaño en los de siempre; las heridas que no cicatrizan; cualquier mancha que pique, arda, descame o sangre.
- Usar protector solar al realizar actividades al aire libre.
- Evitar la exposición entre las 10 y 16 horas.
- Usar sombreros de ala ancha, remeras y anteojos de sol.
- Las embarazadas deben reforzar su protección porque los cambios hormonales de esta etapa provocan alteraciones en la coloración de la piel que se agravan con la exposición al sol.
- Efectuar un autoexamen en forma periódica de frente, de espaldas y con la ayuda de espejos.
Sol y cáncer de piel
Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.