La dieta cetogénica se basa en la reducción de la ingesta carbohidratos, pero con abundantes cantidades de proteínas y grasas
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial
La dieta cetogénica es una propuesta de alimentación basada en la reducción de la cantidad de ingesta hidratos de carbono. “Teniendo en cuenta que en un plan nutricional normal el consumo de carbohidratos es de entre 50 y 60% del total de calorías, en este tipo de dieta el porcentaje es muy bajo y oscila del 5 al 10% (o menos de 50 g por día)”, explica la Dra. Liliana Papalia, especialista en Nutrición y Obesidad, Universidad Favaloro.
En sus orígenes, la dieta cetogénica muy baja en carbohidratos (very low calorie ketogenic diet, VLCKD) fue un protocolo dietético que se utilizó desde 1920 como tratamiento para la epilepsia refractaria (pacientes epilépticos que no respondían a la medicación anticonvulsiva). “Recientemente, la VLCKD demostró ser una herramienta poderosa para algunas enfermedades neurodegenerativas como el trastorno del espectro autista (TEA) o la enfermedad de Alzheimer, entre otras, en el marco de un tratamiento supervisado por un especialista. Sin embargo, actualmente esta propuesta ha ganado popularidad como potencial terapia para la obesidad y los trastornos metabólicos relacionados”, agrega la especialista.
Comer implica activar mecanismos de placer y disfrute, situación que se cercena en una dieta cetogénica
– ¿Qué alimentos contempla y cuáles excluye?
– Normalmente incluye una elevada cantidad de carnes, huevos, quesos, pescado, nueces, manteca y aceites, y excluye cualquier alimento alto en carbohidratos como las comidas azucaradas, cereales o féculas, frutas, legumbres y bebidas alcohólicas, entre otros. Esta selección se debe a que la dieta cetogénica siempre es rica en proteínas y grasas, pero prácticamente carece de carbohidratos.
La dieta cetogénica es difícil de seguir y se desconocen sus efectos a largo plazo
– ¿Qué beneficios aporta?
– Es muy probable que en las primeras semanas la dieta resulte efectiva y genere el efecto deseado en la pérdida de peso. En primer lugar, desde el punto de vista fisiológico, reducir las calorías ingeridas para lograr un balance calórico negativo (lo que se llama “dieta restrictiva”) y de esta forma reducir el peso, sería la estrategia más lógica de abordaje de un cuadro de sobrepeso y obesidad. También suele ser la estrategia más fácil a corto plazo porque no requiere la educación del paciente ni la evaluación de sus antecedentes o características.
Básicamente esta dieta hace que el cuerpo libere cetonas en el torrente sanguíneo. Esto sucede porque la mayoría de las células usa glucosa, que proviene de los carbohidratos, como la principal fuente de energía. En ausencia de azúcar, se metaboliza la grasa almacenada y se obtienen cuerpos cetónicos (cetosis).
Como resultado de este proceso (cetosis), que posee efectos neuroprotectores, se plantearon posibles beneficios para otros trastornos como el Parkinson, el Alzheimer, la esclerosis múltiple, los trastornos del sueño, el autismo e incluso el cáncer cerebral. Sin embargo, no existen estudios concluyentes en humanos que apoyen la recomendación de cetosis para tratar estas afecciones.
La mejor estrategia es adoptar un cambio de estilo de vida que sea sostenible a largo plazo
– ¿Presenta riesgos?
– Una de las principales críticas a esta dieta es que se consumen demasiadas proteínas y grasas saturadas, y muy pocas frutas y verduras, y dado que es muy restrictiva, es muy difícil seguirla a largo plazo. A su vez, los pacientes con enfermedad renal requieren cuidados especiales porque esta dieta podría empeorar su condición. Como efectos indeseados adicionales, algunas personas pueden sentirse un poco cansadas al principio, mientras otras pueden experimentar mal aliento, náuseas, vómitos, estreñimiento y problemas para dormir.
La dieta cetogénica siempre es rica en proteínas y grasas, pero prácticamente carece de carbohidratos
– ¿En qué casos se recomienda?
– La pérdida de peso rápida es la razón principal por la cual las personas siguen esta dieta, pero como comenté es difícil de seguir y se desconocen sus efectos a largo plazo. Sabemos que los riesgos son múltiples, incluso la pérdida de peso ganada parece desaparecer con el tiempo.
Después de un siglo de utilizar dietas de muy bajo valor calórico, se confirma que no logran revertir el crecimiento de la proporción de personas con sobrepeso y obesidad. La causa de ello habría que buscarla en el aspecto psicológico, y entender que comer implica activar mecanismos de placer y disfrute, situación que se cercena durante una dieta restrictiva que genera disconformidad y aislamiento.
Es poco realista creer que una dieta mágica ayudará a adelgazar. En el caso de la cetogénica, propone llamar “malos” y evitar varios de los alimentos que contienen macronutrientes importantes, incluso promueve la pérdida de nutrientes irremplazables, reduce la energía y posiblemente la masa muscular y ósea. Nos deja expuestos a realizar las peores elecciones alimentarias y ser rehenes de quienes “venden” una dieta o sus productos.
Por lo tanto, en vez de embarcarse en una dieta de moda que dura unas pocas semanas o meses, la mejor estrategia es adoptar un cambio de estilo de vida que sea sostenible a largo plazo. Debemos ser sensatos con nuestras elecciones alimentarias y comprender que, como todo en la vida, el equilibrio y el consumo en la justa medida de “todos” los alimentos permitirán estar física y emocionalmente saludables.
Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.