Modificar los factores de riesgo cardiovascular reduce las posibilidades de infarto y de padecer arritmias
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Una arritmia cardíaca es una alteración en la formación del impulso eléctrico o en su conducción a través del corazón. Las arritmias se clasifican de diversas maneras, una puede ser por la cantidad de pulsaciones (frecuencia cardíaca) que generan.
“Por ejemplo, en la bradicardia, las pulsaciones son bajas (menos de 60 latidos por minuto). En algunas personas esto no necesariamente implica una enfermedad dado que naturalmente tienen pulsaciones bajas en su vida y en sus controles, y se sienten bien; no obstante, el/la cardiólogo/a debe evaluar cada situación para mayor seguridad. Los deportistas también presentan pulsaciones bajas en reposo, así como los pacientes que toman medicamentos antiarrítimicos como betabloqueantes, bloqueantes cálcicos o amiodarona, aunque en este caso es el efecto que el médico busca con ese tratamiento”, comenta el Dr. Julio Giorgini (MN 100.308), médico cardiólogo, del Departamento de Cardiología del Hospital Alemán y miembro de la Fundación Cardiológica Argentina.
Por su parte, cuando las pulsaciones son elevadas (más de 100) se denomina taquicardia. “Ello puede ocurrir de manera natural ante situaciones de estrés, miedo, sorpresa o alegría, incluso ante cuadros de deshidratación, anemia o fiebre. Son condiciones en las cuales las pulsaciones aumentan normalmente como respuesta a un cuadro clínico o situación determinada”.
Sin embargo, en otros casos las pulsaciones pueden incrementarse por una anomalía propia del corazón, enfermedad del músculo cardíaco, las válvulas o luego de un infarto. Las arritmias también pueden clasificarse según el lugar del corazón donde se originan. De manera amplia se dividen en auriculares (suelen ser benignas) y ventriculares (algunas son malignas), que resultarían de una alteración en la formación del impulso eléctrico, circuitos de reentrada o por un bloqueo en alguna parte del recorrido.
La hipertensión, tabaquismo u obesidad pueden provocar arritmias
– ¿Por qué se originan?
– Aún con un estilo de vida saludable, algunas arritmias pueden aparecer si existe una condición congénita o genética predisponente, por ello si hay antecedentes familiares de muerte súbita, se aconseja consultar con un/a cardiólogo/a.
Asimismo, hay factores de riesgo cardiovascular modificables que pueden producir un infarto y colaborar con el desarrollo de una arritmia, como la hipertensión arterial, tabaquismo u obesidad, entre otros, que dañan el corazón. Algunos pacientes con sobrepeso u obesidad padecen síndrome de apnea del sueño lo que aumenta el riesgo de arritmias. Es muy probable que el consumo excesivo de alcohol provoque fibrilación auricular y el de drogas (cocaína o heroína), infartos o arritmias mortales.
– ¿Cuáles son sus síntomas?
– Si bien las arritmias a veces son asintomáticas, las bradicardias o taquicardias poseen algunos síntomas comunes (especialmente en los casos graves) como desmayos, falta de aire o dolores de pecho. En cambio, algunas de sus diferencias son que en la bradicardia se experimenta desgano, mareos y falta de fuerza (incluso durante días o semanas), y en la taquicardia son habituales las palpitaciones rápidas (golpeteo rápido en el pecho o en el cuello). En un infarto puede producir una taquicardia, es muy rápida, y lleva rápidamente a la muerte si no se hacen maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) o se aplica un choque eléctrico con un desfibrilador automático.
Cabe diferenciar a las palpitaciones de la taquicardia. Normalmente, el latido del corazón no se siente. Se habla de palpitaciones cuando a veces se siente el latido, ya sea en el pecho o en el cuello. Pero, tener palpitaciones no es sinónimo de taquicardia ni de arritmia, es decir, puede existir taquicardia o arritmia sin síntomas, y palpitaciones sin arritmia.
– ¿Cuándo las arritmias son fatales?
– Algunas enfermedades cardíacas congénitas pueden generar arritmias graves, a veces mortales. La miocardiopatía hipertrófica, la displasia arritmogénica del ventrículo derecho y los síndromes de Brugada y QT largo congénito son causas de muerte súbita. La enfermedad coronaria (infarto), como ya mencionamos, y la insuficiencia cardíaca también son desencadenantes de arritmias potencialmente graves.
Es fundamental acudir al cardiólogo/a para un control médico a fin de detectar factores de riesgo modificables
– ¿Cómo se tratan?
– En general las arritmias benignas no requieren tratamiento, pero sí cuando son de alta densidad o molestas. Desde lo no farmacológico se recomienda realizar actividad física, yoga, Pilates, meditación, mindfulness o consultar con un profesional de la salud mental (cuando hay un componente emocional). Y, desde lo farmacológico se recetan drogas antiarrítmicas como betabloqueantes, bloqueantes de los canales de calcio, amiodarona, propafenona o flecainida.
Por otra parte, cuando la arritmia genera latidos muy lentos o muy rápidos que no se corrigen con medicación o se explican por otra causa, puede colocarse un marcapasos (en general por pulsaciones bajas) o un cardiodesfibrilador implantable (en arritmias severas para prevenir muerte súbita). En algunas taquicardias se indica la ablación: procedimiento en el cual por medio de un catéter se llega al corazón y, con radiofrecuencia, se “queman” las zonas que favorecen o generan la arritmia.
– ¿Cómo se previenen?
– Modificar los factores de riesgo cardiovascular es una forma de disminuir las posibilidades de infarto y, directa e indirectamente, de padecer arritmias. Por lo tanto, se aconseja reducir el consumo de sal, implementar una alimentación saludable, realizar actividad física y evitar el estrés.
Es fundamental acudir al cardiólogo/a para un control médico a fin de detectar factores de riesgo modificables (tabaquismo, colesterol, hipertensión, alimentación, sedentarismo, consumo de alcohol) y psicosociales (estrés, ansiedad, depresión, soledad, aislamiento social). También indagar si la persona ronca y pensar en la posibilidad de apneas del sueño, incluso solicitar un examen físico completo, control de presión arterial y de la frecuencia cardíaca y, como estudios complementarios, efectuar un electrocardiograma, Holter de 24 horas, ecocardiograma, ergometría o eco stress (estudios para evaluar el corazón durante un esfuerzo físico) y laboratorio completo.
Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.