En la esclerosis múltiple, la fatiga se refiere a la falta de energía que no solo se manifiesta de forma física, sino también mental
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad causada por una alteración del sistema inmunológico, el encargado de proteger al organismo de los agentes externos. En las enfermedades autoinmunes, el sistema de defensa ataca a los componentes del cuerpo. En la EM la respuesta inmune se dirige a la mielina del sistema nervioso central, que es la cubierta de los nervios, la cual no permite una adecuada transmisión del impulso por una lesión de la misma. De esta manera, la conducción neural no es la correcta y se produce una interrupción de la información que, partiendo desde la corteza cerebral, debería llegar a todo el cuerpo o, por el contrario, desde la periferia hacia el cerebro.
“Estos síntomas son heterogéneos dado que el sistema nervioso central realiza y percibe todo lo que el cuerpo conoce; en consecuencia, el paciente percibe signos y síntomas según el área cerebral afectada”, explica el Dr. Vladimiro Sinay, Jefe del Área de Enfermedades Desmielinizantes de la Fundación Favaloro, quien además agrega que “sin embargo esta autoagresión no es permanente sino en episodios y se manifiesta de forma silente durante largos intervalos. A pesar de esto es probable que, aunque el paciente no perciba la enfermedad, esté activa con la posibilidad de generar riesgos a futuro”.
El entrenamiento físico mejora la resistencia, esto es extensible para la fatiga en la esclerosis múltiple
– ¿Cuáles son los principales síntomas de la EM?
Cualquier función comandada por el cerebro puede ser afectada; no obstante, existen presentaciones más frecuentes y típicas de la enfermedad. Los síntomas más habituales son falta de fuerza y de coordinación motora, déficits sensitivos, trastornos de la agudeza visual y visión doble, inestabilidad postural, trastornos de esfínteres o alteraciones cognitivas, entre otros.
Es importante desarrollar una dieta adecuada y mantener un peso saludable, dado que el sobrepeso y la obesidaddificultan el manejo corporal
– ¿En qué consiste la fatiga, uno de los síntomas de la EM?
– La fatiga, a diferencia de los síntomas mencionados, no se manifiesta por recaídas, sino que puede acompañar al paciente aún en los períodos en los cuales la enfermedad no se percibe por sus déficits más notorios.
Cabe aclarar que el término fatiga no se relaciona con la ambigua definición de “falta de aire o de fuerza”, sino que es más exacto hablar de “falta de energía” o con el término griego “astenia”.
La fatiga es el síntoma más frecuente que puede afectar a más del 90% de los pacientes; es más intensa en los períodos de calor o con el aumento de la temperatura corporal. Además, no solo se trata de una fatiga física sino también mental que afecta la atención y la concentración, con lo cual se asocia al deterioro cognitivo que puede presentar un paciente con EM.
La fatiga resulta discapacitante por lo cual, ante la falta de energía constante, a los pacientes les cuesta realizar actividades recreativas personales, sociales, laborales o de cualquier tipo y deben modificar sus costumbres y hábitos de vida.
Ante la falta de energía constante, se dificulta realizar actividades recreativas, sociales, laborales o de cualquier tipo
– ¿Cómo se trata?
– Además del tratamiento farmacológico que se establecerá según las características de cada paciente, existen medidas higiénico-dietéticas que resultan de gran utilidad para el manejo de la fatiga. Por ejemplo, se mencionó el problema de la termosensibilidad que se mejora con medidas de enfriamiento, ya sea ambiental o corporal. En este sentido, son útiles los aires acondicionados, los ambientes frescos, evitar exposiciones prolongadas al sol, las duchas frecuentes, incluso el uso de dispositivos con geles de frío.
Otra medida recomendada son los descansos programados y planificar el día de forma organizada. De este modo, se desaconsejan las extensas jornadas laborales y, en caso contrario, deberán plantearse recreos o pausas cada cierto lapso de tiempo para aliviar la fatiga.
Se sabe que el entrenamiento físico mejora la resistencia, esto es extensible para la fatiga en la EM, por lo tanto, un ejercicio adecuado y progresivo aumenta el umbral para la misma.
Asimismo, es importante desarrollar una dieta adecuada y mantener un peso saludable, dado que el sobrepeso y la obesidad dificultan el manejo corporal y aumentan el esfuerzo relacionado con el movimiento.
Por último, como cualquier síntoma relacionado con una enfermedad crónica, es indispensable manejar las intercurrencias que pueden ser causantes o perpetuadoras de la misma. Un enemigo frecuente es el insomnio porque un descanso insuficiente o no reparador resulta perjudicial. La depresión aumenta la percepción de los síntomas subjetivos, con lo cual es otro factor que pueda influir en los pacientes. También es obligatorio descartar la existencia de otras enfermedades, como infecciones.
En relación a la fatiga mental, el paciente deberá trabajar y estudiar en ambientes tranquilos y sin distracciones, además de evitar las jornadas prolongadas. Por supuesto este síntoma mejora con la rehabilitación cognitiva.
Dado que es una enfermedad crónica, compleja y con múltiples síntomas es preciso encararla de forma interdisciplinaria para rehabilitar al paciente y pueda adaptarse e integrarse a la sociedad, al trabajo y a sus actividades sociales y familiares sin inconvenientes.
Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
