Cómo abordar la fibromialgia

Lugones Editorial

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Para abordar la fibromialgia, el tratamiento se orienta a aliviar la ansiedad, disminuir el dolor y lograr la máxima autonomía posible

Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

“La fibromialgia es una patología crónica caracterizada por el dolor músculo-esquelético generalizado y aquel localizado en puntos musculares y tendinosos, además de presentar síntomas como fatiga y trastornos del sueño”, explica la Dra. María Cristina Lunic, Médica Reumatóloga, Psicoterapeuta Sistémica y Cognitivo Conductual (UBA).

La fibromialgia presenta una franca prevalencia mujer-hombre de 9 a 1-2, según diversos trabajos realizados. Es más común entre los 20 y 55 años, no obstante, afecta a niños, adolescentes y ancianas (en quienes la frecuencia aumenta al 6%).

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Afecta mayormente a las mujeres y el dolor generalizado músculo-esquelético crónico es su síntoma más destacado 

– ¿Cuáles son sus causas? 

 Se ha comprobado que existe una alteración de la percepción central del dolor y del sistema nervioso central (SNC) para procesar los estímulos propioceptivos. Asimismo, otros hallazgos determinaron la presencia de hipotensión central. Por tomografía computarizada de emisión monofotónica se comprobó disminución del flujo cerebral en el hemitálamo, en cabeza derecha del núcleo caudado, y corteza dorsolateral frontal, ponto y Gyrus rectalis comparado con datos normales (áreas importantes en la percepción del dolor).

También se postula la disfunción autonómica, la cual es responsable del cansancio, mareos, hipotensión, anquilosamiento y lentitud mental. El sistema nervioso autónomo es la conexión entre la mente y el cuerpo. A través de él, las emociones de ternura, pánico, tristeza o ira se traducen en reacciones fisiológicas y causan temblores, movimientos bruscos, palidez, dilatación de pupilas, taquicardia o contracturas musculares. Estos síntomas condicionarían un estado de hipervigilancia a estímulos dolorosos y otros, incluidos los auditivos.

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La disfunción autonómica es responsable del cansancio, mareos, hipotensión, anquilosamiento y lentitud mental

– ¿Cómo se manifiesta?

 Básicamente presenta dolor generalizado músculo-esquelético crónico, fatiga, sueño no reparador, dolor a la palpación de puntos musculares y tendinosos. Otros de sus síntomas son:

  • Dolor generalizado (por más de 3 meses). Se presenta en el lado izquierdo y derecho del cuerpo, por encima y debajo de la cintura, aumenta en situaciones de estrés o cambios climáticos, no cede con reposo y se incrementa con actividades repetitivas. 
  • Cansancio o fatiga. Ocurre aproximadamente en el 80% de los casos; es de intensidad variable según el momento y la persona, y se manifiesta desde leve hasta la postración similar a un cuadro de influenza.
  • Anquilosamiento o rigidez al despertar o después de permanecer sentado o quieto por períodos prolongados. 
  • Trastornos del sueño. 
  • Trastornos cognoscitivos. Conocido como fibrofog o “niebla de la fibromialgia”, se caracteriza por sensación de extrañeza, alteración de la memoria, mareos, dificultad para concentrarse o recordar palabras/nombres, “lentitud mental” y sentirse abrumado fácilmente al enfrentarse con varias cosas para hacer. 
  • Parestesias y disestesias nocturnas en manos y pies. Se manifiestan como adormecimiento, picazón o ardor, incluso sensación de tumefacción.
  • Mareos y falta de equilibrio. 
  • Síndrome de pierna inquieta. Se caracteriza por un impulso incontrolable de mover los miembros inferiores cuando se descansa o reposa.
  • Depresión y ansiedad. 
  • Síndrome Sicca. Se define como la sensación de un cuerpo extraño, molestia, ardor ocular a predominio nocturno, incluso de boca seca, a veces agravada por la medicación. 
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Para su diagnóstico, es imprescindible contar con una historia clínica y un examen físico completos dado que los síntomas se asemejan a los de otras patologías

– ¿Cómo se trata?

 Se parte del abordaje de un equipo multidisciplinario a fin de posibilitar la adaptación a esta enfermedad crónica, aliviar la ansiedad, disminuir el dolor y lograr la máxima autonomía posible. 

Farmacológicamente, en términos generales, se recetan analgésicos no narcóticos, derivados opiáceos, miorrelajantes, antiinflamatorios o psicofármacos, entre otros, según cada paciente en particular.

No obstante, se recomienda rehabilitación física (practicar ejercicios aeróbicos como caminar, andar en bicicleta, aquagym), masajes, osteopatía, estiramientos suaves, entrenamiento de la postura, además de diversas terapias como ocupacional, de relajación, cognitiva/conductual o “arte-terapia”.

Por su parte, el paciente debe desarrollar una alimentación adecuada, balanceada y suficiente, además de evitar el aumento de peso, realizar actividad física, descansar luego del almuerzo y la cena, incluso evitar situaciones de estrés o aprender a manejarlas adecuadamente.

– ¿Cuál es el mensaje para los pacientes?

 En primer lugar, necesitan comprender su padecimiento y ser abordados desde un modelo “bio-psico-social” para realizar el tratamiento adecuado. También es importante que acudan a centros especializados para realizar actividades físicas y terapéuticas para mejorar su estado de salud y encontrar la contención que necesitan.

Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.