Obesidad infantil

Lugones Editorial

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Uno de los principales riesgos de la obesidad infantil es su persistencia en la vida adulta. ¿Cuáles son los aspectos para prevenirla?

Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial

Mientras antes los chicos solían jugar en las veredas, corrían en las plazas o se ejercitaban en los clubes de barrios, la nueva generación de niños/adolescentes se divierte de otra manera: prefieren pasar horas jugando con la PlayStation, o chatear o subir videos con el celular, siempre sumergidos en la virtualidad.

La consecuencia de esta nueva manera de “divertirse” es el sedentarismo y la falta de actividad física que contribuyen al desarrollo del sobrepeso u obesidad

La prevalencia de obesidad se ha incrementado en las últimas décadas y ya es considerada una epidemia global y la enfermedad crónica no transmisible más prevalente del mundo. 

Para charlar acerca de esta problemática, Lugones Editorial entrevistó a la Dra. Gladys Guarrera, Médica Pediatra, especialista en Obesidad Infanto-Juvenil y Trastornos de la Conducta Alimentaria, y a la Dra. Alicia Langellotti, Médica especialista en Nutrición.

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Es clave disminuir el consumo de grasas y azúcares, y aumentar la ingesta de frutas y verduras

¿Cómo se manifiesta?

Ante la pregunta de cómo se manifiesta el sobrepeso o la obesidad en la adolescencia, la Dra. Guarrera considera necesario aclarar que “durante esta etapa, en realidad en la pubertad, cuando se sucede el período de crecimiento rápido, es normal que surja la angustia con respecto al cuerpo, fundamentalmente en las niñas. Esto forma parte del proceso de crecimiento donde se produce un aumento de la masa grasa que es normal, esperable y necesaria para la instalación de la menarca, y es una etapa que precede al crecimiento óseo. Por ello, es muy importante realizar un diagnóstico adecuado para diferenciar un proceso normal del inicio del sobrepeso o la obesidad”.

Al respecto, la Dra. Langellotti señala que, si esta situación se presenta a través del aumento de peso o de grasa abdominal durante la infancia/adolescencia, “esta realidad será más difícil de revertir porque implica períodos de la vida en los cuales las células del tejido adiposo se multiplican, además de aumentar de tamaño como en la edad adulta”. Por lo tanto, uno de los principales riesgos de la obesidad infantil es su persistencia en la vida adulta, porque generalmente los niños con sobrepeso tienden a convertirse en adultos con sobrepeso, a menos que logren adoptar y mantener patrones saludables de alimentación y actividad física.

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Los niños deben evitar el consumo de comidas poco saludables, como snacks o gaseosas

Factores y consecuencias

“Si bien la obesidad posee una importante carga genética -donde si un padre es obeso, el niño tendrá un 9% de posibilidad de desarrollar obesidad, y si ambos padres lo son, será del 70%-, existen otros factores que contribuyen a su desarrollo como la alimentación y la falta de actividad física”, aclara la Dra. Guarrera, y menciona otros factores que influyen en esta epidemia como los hábitos alimentarios, el sedentarismo, la pérdida de la “mesa familiar”, la falta de tiempo para preparar comidas sanas y el incremento en el uso de automóviles, escaleras mecánicas o ascensores, además de la diversión y comunicación virtual, entre otros. 

“Las complicaciones secundarias a la obesidad pueden manifestarse por problemas en la piel (estrías o eczemas), afecciones respiratorias (apneas del sueño, ronquidos o asma) e intolerancia al ejercicio. Todas estas situaciones pueden limitar la actividad física y ser un obstáculo para la efectividad del tratamiento”, sostiene la Dra. Langellotti, y agrega que las complicaciones hepáticas cada vez son más frecuentes en los niños obesos, así como las alteraciones cardiovasculares y metabólicas como la diabetes o los cambios en el ciclo menstrual de las mujeres.

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Los buenos hábitos alimentarios se adoptan en la primera infancia 

¿Cuándo es necesaria la consulta?

Generalmente los niños preescolares con sobrepeso u obesidad no suelen presentar una patología psicológica; “sin embargo, con el transcurrir de los años y durante la etapa de preadolescencia o adolescencia, comienzan a sentirse diferentes a los demás y sus reacciones pueden motivar desde un cambio saludable hasta las patologías que se engloban dentro de los trastornos de conductas alimentarias, pasando por conflictos de vínculos con sus pares”, explica la Dra. Guarrera.

“En el caso de los varones, pueden pedir la consulta preocupados por el hipogenitalismo asociado a la obesidad o el desarrollo mamario que suelen presentar (lipomastia). Las nenas, por su parte, suelen acudir preocupadas por no poder encontrar ropa de moda con la cual se sientan cómodas. Ambos casos se suceden a partir de los 12 años”, manifiesta Langellotti. Otros motivos de consulta son la derivación del pediatra de cabecera o la preocupación de los padres por un progresivo aumento de peso de sus hijos. 

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Hay que promover la actividad física y el desarrollo de actitudes para disfrutarla

Sanas opciones

Los hábitos alimentarios se adoptan en la primera infancia y es durante esa etapa en la cual hay que trabajar la educación nutricional y donde la adquisición de hábitos saludables debe promulgarse en la familia, la escuela y el círculo social. 

“Frente a la realidad actual, es necesario idear un plan alimentario acorde a cada individuo. No nos olvidemos que el consumo de alcohol es alto entre los adolescentes y debemos enfrentar este tema y hacer entender a los pacientes cómo este hábito actúa contra su deseo de mejorar su peso”, coinciden ambas especialistas. Otros consejos son: disminuir el consumo de grasas y azúcares, aumentar la ingesta de frutas y verduras, además de promover la actividad física y el desarrollo de actitudes para disfrutarla. 

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Uno de los principales riesgos de la obesidad infantil es su persistencia en la vida adulta 

Trabajo en equipo

El adolescente necesita un tratamiento adecuado e interdisciplinario que le permita encontrar contención no solo en el cuidado de su salud, sino en general, ya que esta etapa en sí misma es un período de gran inseguridad. Por lo tanto, muchas veces mantenerse obeso es una forma de conservar un lugar.

Las entrevistadas afirman que es necesario conocer cómo la comida puede influir de diversas maneras en el organismo y que la actividad física cumple un rol fundamental en esta tarea: “No se trata de dejar los dulces sino de incorporar frutas, verduras y cereales a la alimentación diaria. Precisamente, remplazar los hábitos actuales de los niños y adolescentes por otros más saludables es un desafío para los especialistas que trabajamos en obesidad”, concluyen.

Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.