Educación en la diabetes

Lugones Editorial

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La educación en la diabetes es la base para empoderar al paciente y darle autonomía al mejorar el control metabólico y su calidad de vida

Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

En Argentina existe un déficit de programas de educación para personas con diabetes, así como de personal entrenado en educación en la diabetes. La Guía de Práctica Clínica Nacional sobre Prevención, Diagnóstico y Tratamiento de la Diabetes Mellitus Tipo 2 (2009) plantea que “toda persona con diabetes debe tener acceso a programas de educación grupal que incluyan estrategias de autocuidado dado que todos demostraron ser efectivos para alcanzar las metas terapéuticas”. Estos programas pueden desarrollarlos los nutricionistas, médicos, enfermeros u otros profesionales de la salud adecuadamente entrenados.

“En este sentido las Guías de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) incluyen estos conceptos en sus recomendaciones. Incluso la Ley de Diabetes establece que los pacientes deben recibir educación terapéutica, por lo tanto, en todos los servicios de atención de personas con diabetes deben desarrollarse programas educación terapéutica de calidad impartidos por educadores”, afirma la Dra. María Cecilia Fabiano, Bioquímica, Educadora certificada en Diabetes, Docente del Posgrado de Educadores Certificados de la SAD y miembro del Comité de Aspectos Psicosociales de la SAD.

– ¿Por qué se afirma que la educación diabetológica es un pilar para el tratamiento?

 La realidad es que empodera a la persona y le da autonomía al mejorar el control metabólico y su calidad de vida, en este sentido se previenen las diversas complicaciones de la enfermedad, y disminuyen la ansiedad y depresión dado que se torna más independiente y adherente en su autocuidado. No sólo beneficia a los pacientes y sus familias, sino que repercute positivamente en el sistema sanitario; la educación debe ser un proceso continuo.

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La educación diabetológica se centra en la persona y valora sus creencias, miedos, mitos y necesidades, incluso sus conocimientos previos

– ¿Cuáles son sus bases en la actualidad?

 En estos momentos la educación diabetológica se centra en la persona y valora sus creencias, miedos, mitos y necesidades, incluso sus conocimientos previos, su contexto psicosocial y cultural con el fin de planificar los objetivos para el cambio y las metas desde el individuo. Para lograrlo se emplean estrategias educativas adecuadas a través de un programa estructurado mediante el cual el paciente adquiere conocimientos, habilidades y destrezas donde el educador es el facilitador cuya principal característica es la empatía; de esta manera se trabaja en conjunto al evaluar las metas y motivarlo para sostener el cambio. 

– ¿Qué innovaciones se realizaron respecto de años atrás? 

 Anteriormente el modelo tradicional de educación era unidireccional, donde el personal de salud (médico generalmente) era quien tenía los conocimientos y realizaba el diagnóstico para luego ser el paciente quien lo llevaba a cabo. Es decir, se centraba solamente en la enfermedad. 

En la actualidad el modelo cambió y es interactivo. Resulta de un encuentro entre dos expertos: la persona con diabetes (experta en sí misma, en su todo: soma, psiquis y entorno social) y el personal de salud (que debe estar capacitado y actualizado permanentemente); de esta manera, entre ambos, acuerdan el tratamiento y el paciente elige las metas para realizar el cambio de sus hábitos. Básicamente el enfoque pasó de centrarse en la enfermedad para hacerlo en la persona.

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La familia y el entorno deben ocupar un lugar primordial de acompañamiento y contención

– ¿Cuál es el rol del diabetólogo y su equipo?

 El médico educa y ayuda a encontrar las respuestas para el cambio de hábitos en el propio paciente, quien en definitiva fija sus propias metas. Asimismo, el profesional colabora con empatía, respeto, con escucha activa y estrategias en la manera de preguntar; tiene en cuenta las emociones del paciente, sus dudas y miedos, y a partir de allí se trabajan los conocimientos, habilidades y estrategias en conjunto para que el paciente se convierta en su propio autogestor, se empodere y decida los cambios de hábitos necesarios.

– ¿Y cuál es el rol del paciente?

 El rol del paciente es el más importante y se centra en el mismo, porque es quien se fija sus metas de cuidado alcanzables y realistas para lo cual acuerda con el médico tratante y el equipo de salud el tratamiento a seguir. En este sentido toma decisiones y mejora su calidad de vida acompañado también por sus familiares y su entorno. Así logra fortalecerse y convertirse en el centro; se torna más independiente y este cambio se refleja en las evidencias científicas de mejora de calidad de vida.

Por supuesto que para alcanzar este objetivo lo primero que debe hacer es aceptar la enfermedad, conocer y manejar los pilares del tratamiento, además de buscar profesionales y grupos de pares donde pueda expresarse e incrementar su propia motivación.

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El enfoque pasó de centrarse en la enfermedad para hacerlo en la persona

– ¿Cuáles son las estrategias para alcanzar una buena calidad de vida?

 Básicamente las estrategias son: 

  • Comer saludablemente, lo que incluye respetar los nutrientes y cantidades, adecuarlos a las propias necesidades y gustos con el fin de mantener o conseguir un peso adecuado y niveles deseables de glucosa en sangre. 
  • Mantenerse activo en forma constante con un plan de metas propias y adaptado a la condición individual
  • Controlar los niveles de glucemia y llevar un registro junto con las comidas y la actividad física para efectuar las decisiones y ajustes necesarios junto con el médico en la medicación si lo necesitase (actualmente existen varias aplicaciones tecnológicas en los celulares que facilitan la tarea de los registros), y con respecto al tratamiento farmacológico es vital tomar, aplicarse o saber manejar el dispositivo, las dosis, horarios y relacionarlo con la alimentación y la actividad física.

Por ende, la clave consiste en aprender a enfrentar los retos diarios y para ello la educación es la piedra fundamental porque brinda conocimientos, destrezas y habilidades para prevenir complicaciones y optimizar la calidad de vida. También es importante mantener una actitud positiva como cualquier persona que disfruta y enfrenta la vida.

Como se mencionó anteriormente, la familia y el entorno deben ocupar un lugar primordial de acompañamiento y contención, donde la persona pueda expresar sus emociones y compartir los retos. Por tal motivo se afirma que la educación diabetológica está destinada tanto a la persona con diabetes como a su familia.

Autora: Lic. María Fernanda Cristoforetti. Derechos de reproducción: Sello Editorial Lugones®, Editorial Biotecnológica S.R.L. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo sin las autorizaciones de la autora y de la editorial. Obra registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.