La actividad física mejora el control de la diabetes ya que origina una disminución del nivel de glucosa gracias al movimiento
Por la Lic. María Fernanda Cristoforetti, Editora de Lugones Editorial
El ejercicio bien pautado mejora el control de la diabetes, ya que origina una disminución de los niveles glucosa(azúcar) en sangre debido al aumento de su utilización en los músculos en movimiento. De este modo, disminuyen las necesidades de insulina, se favorece la pérdida de peso como consecuencia del consumo de grasa en el músculo, desciende la incidencia de enfermedades cardiovasculares y mejora el estado físico, psíquico y la calidad de vida, entre los más importantes beneficios.
La importancia de saber
Estar informado acerca de la enfermedad es de mucha ayuda para el paciente, quien deberá aprender a autocontrolarse, a comer, incluso cómo aplicarse la insulina cuando sea necesario, revisar sus pies y estar siempre en movimiento. Asimismo, deberá evitar la obesidad abdominal, y las dietas ricas en grasa y azúcares, el sedentarismo y tener en cuenta sus antecedentes familiares.
Frente a los posibles factores de riesgo hay que buscar el diagnóstico de la enfermedad, aunque el paciente no tenga síntomas. Si los hay, los más frecuentes son aumento de la diuresis (la persona orina más) e incremento de la sed y el apetito.
Realizar ejercicio reduce las necesidades de insulina, favorece la pérdida de peso y desciende la incidencia de enfermedades cardiovasculares
Pacientes en movimiento
Los especialistas recomiendan realizar todo tipo de actividad física al menos cuatro veces por semana, situación que servirá para disminuir la resistencia a la insulina y bajar de peso.
Asimismo, el ejercicio constituye una herramienta sin la cual el objetivo terapéutico dirigido al logro de la compensación metabólica del paciente con diabetes es difícil de alcanzar. El entrenamiento físico tiene un efecto directo sobre el músculo esquelético por incrementar la sensibilidad insulínica, además de tener efectos indirectos que se expresan en el tejido adiposo.
La disminución de la masa adiposa produce beneficios que son independientes del entrenamiento, pero que están unidos al este dado que la actividad física resulta en cambios en la composición corporal acompañados de reducción de peso.
La actividad física constituye un pilar fundamental del tratamiento del paciente con diabetes
¿Por qué ejercitarse?
- El ejercicio incrementa el flujo sanguíneo a los músculos.
- Contribuye a mejorar la sensibilidad insulínica por reducir la masa grasa corporal total (depósitos viscerales y subcutáneos).
- Reduce las necesidades diarias de insulina o disminuye las dosis de antidiabéticos orales.
- Aumenta el gasto energético y acelera la pérdida de grasa que contribuye a controlar el peso corporal y evita la obesidad.
- Mejora la presión arterial y la función cardíaca.
- La actividad física sostenida en el transcurso del tiempo promueve el desarrollo de la masa muscular y determina un mayor consumo de glucosa
- Contribuye a optimizar los niveles de las lipoproteínas de alta densidad (HDL- colesterol “bueno”) y disminuir los niveles de colesterol total y triglicéridos.
- Reduce la incidencia de enfermedades cardiovasculares y de complicaciones propias de la diabetes.
- Evita la ansiedad, la depresión y el estrés; brinda sensación de bienestar.
La actividad física sostenida promueve el desarrollo de la masa muscular y determina un mayor consumo de glucosa
¿Cómo comenzar?
Un programa de ejercicio debe aspirar a obtener las siguientes metas:
- A corto plazo: cambiar el hábito sedentario mediante caminatas diarias a ritmo individual.
- A mediano plazo: la frecuencia mínima deberá ser tres veces por semana en días alternos, con una duración mínima de 30 minutos cada vez.
- A largo plazo: aumento en frecuencia e intensidad, conservar las etapas de calentamiento, mantenimiento y enfriamiento.
- En general es recomendable una actividad física regular de intensidad moderada, preferiblemente ejercicios aeróbicos (caminar, correr, andar, andar en bicicleta), con una duración de 30 minutos diarios y una frecuencia de tres o cuatro veces a la semana. Son también aconsejables actividades con intensidades moderadas o bajas, ya que ofrecen un mejor balance entre los beneficios que a obtener y los posibles riesgos.
- Independientemente del tipo de ejercicio que se realice, es fundamental hacer movimientos de precalentamiento antes de comenzar y movimientos de enfriamiento al concluir.